Los vecinos de Aluche recordamos con nostalgia aquellos escasos meses en que el riachuelo escalonado de nuestro querido parque fluía, el agua estaba limpia y la fuente instalada en su principio lanzaba su potente chorro de agua hacia el cielo.
Poco duró. Como todas las obras publicas que hacemos los españoles pronto se deterioró y se procedió como es habitual, a poner parches, hasta que un día se acabaron también los parches, el riachuelo se vació y comenzó su verdadero deterioro. Pasaban los días, meses, años, y de vez en cuando se limpiaba de inmundicias para evitar infecciones. Los vecinos nos quejábamos y parecía un tema olvidado.
Por fin, hace unos pocos años, las máquinas aparecieron y se procedió a una reforma muy completa del cauce, orillas, esclusas, fuente, sistema de bombeo, canalizaciones, etc.
Los arboles lo agradecieron infinito, puede que más que los vecinos ya que muchos dependen de la humedad que se genera para su existencia, y los niños volvieron mirar con asombro el paso del agua bajo sus puentes, y se volvieron a hacer fotos, y aparecieron los patos, y …
Todo un espejismo breve. Pronto el agua dejó de discurrir, las esclusas con sus aguas estancadas se llenaron de porquería, la fuente dejó de lanzar su chorro, y su aspecto se hizo lamentable.
Y así sigue. ¿Porqué los españoles somos así? ¿Cómo podemos soportar este gasto estéril en esfuerzos inútiles? ¿Por qué nunca hay responsables?
No tengo respuesta, parece que los españoles estamos condenados a no acabar nunca nada, a dejar todo a medias, a la chapuza y a la desidia. Así nos va. Que tristeza.
Fernando Hernández
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