• La organización apoya la ampliación del metro, pero lamenta que el proyecto actual implica la tala de cientos de árboles de gran tamaño y exige retomar el proyecto inicial.
• Greenpeace denuncia también que se están ignorando las peticiones de organizaciones vecinales y medioambientales y solicita un espacio de participación efectiva.
• La Línea 11 de Metro nacerá en Cuatro Vientos y cruzará
Madrid en diagonal hasta Valdebebas Norte.
Greenpeace ha presentado alegaciones ante la Dirección General de Infraestructuras de Transporte Colectivo de la Comunidad de Madrid, oponiéndose al actual proyecto de ampliación de la línea 11 de metro. Lo ha hecho durante el trámite de audiencia de la evaluación de Impacto Ambiental, que ha seguido un procedimiento simplificado frente al ordinario original y en el mes de agosto, tras las elecciones autonómicas.
Al igual que el proyecto, el momento elegido para realizar este trámite ha sido criticado por la ONG, que considera que se ha hecho en línea con la actuación habitual de la Comunidad de Madrid para facilitar que salgan adelante operaciones urbanísticas o económicas que no tienen en consideración el impacto en la salud de las personas y del planeta.
Esta situación evidencia una vez más que el hecho de que la propia Administración Pública que tiene el deber de informar sobre el Impacto Ambiental de un proyecto sea la promotora del mismo supone un verdadero conflicto de intereses, ya que es “juez y parte” del proceso.
Esta nueva evaluación de Impacto Ambiental analiza un proyecto con modificaciones sobre el original, el cual no ha sido sometido a información pública, y que incluye cambios sustanciales con un importante impacto sobre la biodiversidad y la salud de las personas.
De Yeserías al Parque de Arganzuela
La estación de Madrid Río se ubica en el interior del parque de Arganzuela en lugar de en la superficie del Paseo de Yeserías, tal y como se definió en el proyecto inicial, requiriendo la tala de 1.027 árboles de 60 especies diferentes en la peor de las alternativas propuestas y el trasplante de otros 348, frente al estudio informativo que dio lugar al procedimiento ordinario de evaluación ambiental, en el que la tala máxima prevista era tan solo de entre 79 ejemplares y el trasplante de 1.235 de ellos.
El proyecto tiene más en cuenta el impacto en el tráfico de los vehículos a combustión que el impacto sobre los árboles y espacios verdes de la ciudad. Frente a esta preferencia de cortar árboles antes que cortar el tráfico, la organización ha recordado la norma 3-30-300 (tres árboles desde cada ventana, 30% de superficie vegetal en cada barrio y menos de 300 metros hasta un parque).
El informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) sobre mitigación de 2022 ya mostró que el arbolado urbano “ofrece potencial para mitigar el cambio climático al almacenar dióxido de carbono e introducir un efecto refrigerante”. Un modelo que para la ONG debe imponerse frente al cemento y piedra del modelo de la Puerta del Sol.
Asimismo, el proyecto de ampliación del metro no tiene en consideración la inviabilidad de trasplantar árboles maduros, que en su inmensa mayoría morirían en un corto espacio de tiempo, y no se pueden equiparar árboles maduros con ejemplares jóvenes, que no tendrán capacidad de mitigar el cambio climático hasta dentro de décadas, si entre tanto no son víctimas de una nueva infraestructura urbanística.
Movilidad sostenible
Greenpeace apoya la movilidad sostenible y apoya el transporte público de calidad frente a la movilidad basada en el vehículo privado, por lo que apoya la ampliación de la línea 11 de metro entre Plaza Elíptica y Conde de Casal, conectándose con las estaciones de Atocha-Renfe y Conde de Casal. Pero no así. Para la organización las infraestructuras y las decisiones públicas deben responder a un urbanismo que tenga en cuenta al planeta y sus recursos y proteja la biodiversidad y a las personas.
Por todo ello, Greenpeace exige la vuelta al proyecto original, mucho más respetuoso con el arbolado y los espacios verdes de Madrid, y requiere a la Comunidad y al Ayuntamiento de Madrid (que tendrá que autorizar la tala de árboles), la creación de un espacio de participación y negociación efectiva con los grupos vecinales y ecologistas que siguen protagonizando el “No a la tala”, cuya voz no ha sido tenida en cuenta hasta el momento.
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